sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Dónde está el corcho?


Hace años, un inspector visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada detrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden... el cuadro era caótico.

Decidió presentarse:

-Permiso, soy el inspector de turno, ¿algún problema?-Estoy abrumada señor, no sé qué hacer con estos chicos... No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo qué mostrarles ni que decirles...

El inspector, el cual era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:

- ¿Qué es esto?
- Un corcho señor... -gritaron los alumnos sorprendidos.
- Bien, ¿de dónde sale el corcho?
- De la botella, señor..., lo coloca una máquina.., del alcornoque..., de un árbol..., de la madera..., - respondían animosos los niños.
- ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el docente.
- Sillas..., una mesa..., un barco...
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban: ¿A qué provincia pertenece? ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? - Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.

La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase, le dijo conmovida:

- Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. ¡Muchas gracias!

Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. La encontró acurrucada detrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...

- Señorita... ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
- Si señor, ¡cómo olvidarme! ¡Qué suerte que regreso! Es que... no encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?




Ese corcho pérdido por una joven maestra supone el fin de su labor docente, supone la pérdida de toda creatividad para ofrecer a sus alumnos nuevas posibilidades de aprendizaje y para despertar en ellos la motivación y empeño suficiente para aprender...

Resulta íncreíble que todo gire en torno a los recursos ya elaborados y que los docentes se hayan convertido, en algunos casos, en meros transmisores de lo que algunas editoriales o documentos han decidido que se debe enseñar. En fin, en nuestro días ha muerto la frase: "cada maestrillo tiene su librillo", puesto que todos, sálvando algunas excepciones, nos hemos decantado por el mismo.


Espero que algún día cada maestro/a tenga su propio corcho, sin duda nosotras buscaremos el nuestro.

1 comentario:

  1. Historia con una gran razón, hay que buscar lo que queremos enseñar a nuestros pequeños y cómo hacerlo por nosotros mismos, los libros son de gran ayuda, pero estan hechos, no lo olvidemos por seres humanos como nosotros y deben de estar hechos con fallos a nuestros ojos. Cada uno tiene que enseñar como cree que de debe enseñar, los alumnos podrán elejir cual fué su mejor profesor, no quien aplico el libro con mayor claridad...

    xao

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